28/6/08

Marino Farroñay: EL CHARRO MARINO

Natural de Ciudad Etén,Chiclayo, donde se tejió el sombrero más grande del mundo, don Marino deleita a los transeúntes de Jirón de la Unión con su delicioso budín de chocolate, que ni en la dulcería más ficha de Lima podrás encontrar... y a sólo S/.2.50. Más conocido por algunos como "El Charro" de Plaza San Martín, don Marino también anima actividades.
Para contratos o para ubicarlo si andas por el centro y se te antoja un rico postrecito al paso, 988706998. Pa la yenti.

10/6/08

El ADRIÁTICO: oda a la mandarina

A inicios de este año andaba por el centro horas antes de partir a la selva, cuando el agobiante sol iluminó mi camino y me puso frente a un anuncio inmenso que decía: HOY, CREMOLADA DE MANDARINA. Entré. Con un estilo particular y una barra que no sé porqué me recordó a la del hotel Bolivar, aquél acogedor huarike me ofrecía muchas cosas para ver. Comí pastel de acelga y obviamente, la especialidad de la casa: la famosa cremolada de mandarina. A dos lukitas nomás. Pura vitamina C, refrescante pal calor.

Hace unos días, de pura casualidad y sin querer queriendo, mis inquietos ojos dieron con un letrero que bajo este cielo gris, resaltaba un tanto por su anaranjado. Iba buscando la librería más antigua del centro (donde alguna vez, un hombre muy amable me regaló una pluma) y di con aquél letrero que, en Enero, me convidó a pasar. “Adriático”, decía un menú pegado en la puerta. Ajá! Así se llama! No sé por qué lo recordaba con el nombre de un santo (San Bento o algo así... tal vez se trate del nombre de otro restaurante y estoy metiendo las cuatro ahora). Justo venía de tomarme un emoliente donde el señor Isaac, cuando tras balbucear, incrédula, pensando que se trataba de un floro mal hecho, unas palabras tipo tienen, cremolada y mandarina, Alex sacó algo del congelador y empezó con un procedimiento que se me hizo un tanto familiar. Me iban contando que el Adriático funciona ahí, en Jirón Ucayali 239 desde 1985 y que recibe, de lunes a viernes de 8 de la mañana hasta aproximadamente las 6 de la tarde, a gente que trabaja por ahí y va a tomar su desayuno, algún apreritivo (recomiendo a ojos cerrados los pasteles que venden... el de acelga es un sueño) o, como me contaba el señor Alfredo, su cremolada de mandarina todos los días, religiosamente. “Qué valiente es usted señorita para venir a tomarse su cremolada estando con tos. ¿se la sirvo acá o para llevar?”. Para llevar, porfas Alex. Pensando que mi garganta me iría a odiar, salí muy contenta del Adriático rumbo a la Abancay. Un vasito de coca cola con su cañita. Quién diría que adentro hay cremolada de mandarina... Quién diría que en invierno es posible encontrar CREMOLADA DE MANDARINA, ciruela, melón, tuna, fresa, mango o lúcuma en el centro? Ahora, yo lo diría. El Adriático también es la voz. Y cada día me enamoro más de Lima.

Lima Inmortal: Luis Alberto Samana Mud

Desde muy niña lo he visto pintando por la iglesia de San Francisco, y una mañana caminando sin rumbo por el centro lo encontré pintando parte del Jirón de la Unión en acuarela, todo en tono sepia. Lima moderna en su lienzo se vuelve colonial, todo bajo su pincel susurra nostalgia.

En acuarela u óleo, este pintor urbano va inmortalizando la ciudad y rememorando por sus jirones, plazas y avenidas lo que antes fue. No, ya no más. Don Luis Alberto tiene su taller justamente por la Iglesia de San Francisco (donde están las catacumbas, ¿te ubicas?, ahí donde siempre se encuentra muchas palomas). Muchos turistas le compran sus obras (“pero barato nomás las vendo, porque en las agencias de viajes que están en miraflores les dicen que acá en el centro todo es más barato”) y se las llevan para tener un buen recuerdo de su paso por esta ciudad. Muchos otros curiosos nunca faltamos a su alrededor, cuando se instala en algún lugar (como en el pasaje que está por la alameda de Chabuca Granda, que da a la oficina de correos), al que vuelve varias veces para terminar de pintar algo.
Maestro de maestros, Luis Alberto también da clases de pintura. Cualquier interesado, puede buscarlo por las calles de Lima... y si tienes suerte, tal vez lo encuentres.

El tío Isaac y su "EMOLIENTE MEDINA"

Don Isaac Medina es tal vez el emolientero más famoso de Lima. Rafo León dice en Lima Bizarra que don Isaac tiene el puesto de emolientes más grande del país, adornado con una lámpara y un cascabel (que, según me contó entre aguas-léase emolientes-, lo usan los danzantes de su pueblo, en los tobillos cuando bailan). Le han hecho cualquier cantidad de reportajes y entrevistas: “He salido en El Comercio tres veces”, me cuenta con mucho orgullo. Y no va a ser.

Provieniente de Apurímac, vende emoliente desde 1968... sí, tiene 40 años calentando las mañana de muchos trabajadores que, apurados, salen de sus casas sin desayunar y pasan por Jirón Miroquesada (cuadra 6, afuerita de la CNA, frente a la clínica Miroquesada-donde me salvaron de una casi peritonitis-) a tomar su emoliente: tibio, frío o bien caliente, todo el año y dependiendo de la época, usted siempre elige... de paso que se come su papa con huevo, su choclo con queso y su ajicito más.

Junto con la señora Carmen (su hermana) y el señor Juan, trabaja don Isaac de lunes a viernes de 7am a 7pm. Sábados también, pero se van antes a descansar de la siempre agitada semana. “Mi hermano se va a las 3 de la tarde a descansar, porque se levanta a las 11 de la noche a preparar las cosas, llenar las botellas... todo eso, ya lo deja listo nomás para traerlo. Ya yo me quedo con Juan hasta las 7- 7:30”, me contaba la señora Carmen hace exactamente un mes, cuando conversábamos un viernes tempranito.


Este equipo es el favorito de todos los que andamos por el centro.



Para el resfrío, el hígado y muchas cosas más, el emoliente es medicina. “El frío entra por la frente, por los brazos y por las nalgas”, me comentaba casi susurrando don Isaac, al verme enrrollada hasta el tuétano con una chalina. Tome su emoliente sobrina... a ver su yapita.

Para llevar o para tomar al instante, Emoliente Medina es la voz, a 0.50 céntimos.